miércoles, mayo 27, 2009


El descubrimiento fortuito de los restos de un mamut ejemplifica cómo ocurren los hallazgos en este país, lo que impide investigar a fondo la actividad humana relacionada.


Auxiliada con pequeñas brochas y agujas de madera, Norma Hernández, arqueóloga del Centro INAH Estado de México, remueve el polvo de los restos de mamut encontrados en un lote en construcción en Ojo de Agua. En México, 270 localidades han registrado presencia de mamuts.


El tiempo ha hecho que los huesos se confundan con la tierra; parecen raíces de un árbol seco y viejo a punto de desmoronarse. Son restos de la prehistoria encontrados en lo que hoy es un lote en construcción donde, durante el Pleistoceno , caminaban manadas de enormes mamuts. Uno de ellos, sus huesos pues, se encuentra en la esquina de la calle de Duraznos y el bulevar Ojo de Agua, en Tecámac, punto donde el Distrito Federal y los municipios mexiquenses se asemejan bastante a pesar de la lejanía.


Un grupo de personas en cuclillas o agachadas se arremolina alrededor de una lona roja, parecida a las que utilizan los comerciantes de los mercados sobre ruedas mexicanos, elevada sobre la construcción a medias. La mirada del grupo se clava en las seis personas que trabajan en la excavación. No son albañiles, sino antropólogos, arqueólogos y ayudantes enviados por el Centro INAH Estado de México a verificar el hallazgo.


En este predio se quería convertir un “autolavado” en un edificio de varios niveles que necesitaba cimentación profunda. Cuando los albañiles escarbaban, encontraron un hueso largo y grande que no podría pertenecer a algún animal conocido. Eran los primeros días de diciembre de 2008.
Los expertos, coordinados por la antropóloga social Margarita del Olmo, del INAH Estado de México, afirmaron que los restos correspondían a los de un mamut, por cierto bastante completo, que incluso medio descubierto dejaba ver su enorme forma. Entonces la obra quedó suspendida y comenzaron las labores de salvamento (rescate de los huesos) por el Centro INAH.


Así es como suelen ocurrir en México los hallazgos de la fauna del Pleistoceno: fortuitamente. En 1996, la construcción de una cisterna para una cafetería, por ejemplo, se convirtió en uno de los descubrimientos más importantes relacionados con mamuts, en Tocuila, muy cerca de Texcoco, también en el Estado de México.


“Son muy pocas las ocasiones en que los hallazgos ocurren producto de una búsqueda intencional de este tipo de depósitos”, dice Luis Morett, arqueólogo responsable de las excavaciones de Tocuila y director del Museo de Agricultura de la Universidad de Chapingo.


En México, a excepción de Quintana Roo, Yucatán, Campeche Tabasco, Guerrero, Colima, Nayarit y Baja California, los 24 estados restantes han registrado presencia de mamut, en más de 270 localidades.

Conclusión:

México se ha convertido en un país en el que se encuentran varios restos de mamuts. Es bueno saber que en nuestro país se está haciendo algo productivo por la antropología. Esperemos que siga avanzando.